Abandonar la poesía
Abandonar la poesía no significa traicionarla,
no significa abrir la ventana a ningún trueque.
Acabados los preámbulos, ha llegado la hora del diluvio:
quien no haya salido bastante herido que calle para siempre
y encuentre nuevos modos de llenar su vida de aburrimiento.
Abandonar la poesía no significa traicionarla.
Que no me acusen de superficialidad, de no haber cavado a fondo,
de no haber hundido el cuchillo hasta mis huesos más débiles;
también yo soy un hombre y, cómo decirlo, estoy cansado,
¿existe trabajo más fatigoso que la poesía?
Abandonar la poesía no significa traicionarla:
hay tantos modos de cuidar de las propias ruinas…
Dinos Christianopolus